Novena de Pentecostés – Octavo Día
[vc_row][vc_column][vc_column_text]
“Acogemos el proceso natural de crecimiento y desprendimiento para que pueda surgir lo nuevo.” (XV GC)
Introducción:
Si no transformas tu dolor, seguramente lo transmitirás. La religión sana nos dice qué hacer con nuestro dolor, porque tendremos dolor. No podemos evitarlo; es parte de la vida. Si no estamos entrenados para desprendernos de este dolor, para transformarlo, para convertir la crucifixión en resurrección, lo transmitiremos a los demás. Desprenderse nos ayuda a caer en un nivel más profundo y amplio en el que siempre podemos decir «Sí» a Dios, a los demás, a la vida. (Richard Rohr)
Jesús dijo justo después de entrar en Jerusalén «si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). Jesús trajo una nueva esperanza al mundo y lo hizo a la manera de la semilla: se hizo muy pequeño, como un grano de trigo, «cayó en la tierra». Pero esto no fue suficiente. Para dar fruto, Jesús experimentó plenamente el amor, dejándose abrir por la muerte como una semilla se deja abrir bajo la tierra. Precisamente allí, en el punto más bajo de su abajamiento (plenitud de amor) floreció la esperanza. (Papa Francisco, 12th April 2017)
Introducción:
Nacer de lo alto, del espíritu, es el salto que Nicodemo necesita dar, pero no sabe cómo hacerlo. Porque el Espíritu es imprevisible. Una persona que se deja llevar de un lugar a otro por el Espíritu Santo: ésta es la libertad del Espíritu.
En nuestra vida cristiana, muchas veces nos detenemos porque no sabemos qué paso dar, no sabemos cómo hacerlo, y no tenemos la confianza en Dios para dar ese paso y dejar que el Espíritu nos guíe. Nacer de nuevo significa dejar que el Espíritu entre en nosotros, para que me guíe el Espíritu, no yo mismo.
¿Y cómo se prepara uno para renacer? Con la oración. La oración es lo que abre la puerta al Espíritu y nos da esta libertad, esta audacia, esta valentía del Espíritu Santo. Y, cuando abres la puerta, nunca sabrás a dónde te llevará. (Papa Francisco, 20th April 2020)
Tomamos unos momentos de silencio para reflexionar sobre estas palabras
Oración Inicial
Ven, Espíritu de entendimiento
y supera en nosotras/os todas las barreras.
Ven, Espíritu de encuentro
y construye puentes entre nosotras/os.
Ven, Espíritu de paz
y trae la sanación a nuestros corazones y a nuestro mundo.
Ven, Espíritu de apertura
y rompe la estrechez de nuestros corazones.
Ven, Espíritu de consejo
y muéstranos el siguiente paso.
Ven, Espíritu de conocimiento
y muéstranos el camino a seguir según tu voluntad.
Ven, Espíritu de sabiduría
y profundiza nuestra confianza en tu orientación.
Ven, Espíritu de Amor
y ayúdanos a ser instrumentos de tu bondad.
Ven, Espíritu de discernimiento
y haznos escuchar tu voz y seguir tu camino.
(Autor desconocido)
Palabra de Dios (Juan 3, 1-8)
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.»
Nicodemo le dijo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
En silencio (aproximadamente 10 minutos) reflexionamos acerca del texto y la imagen, preguntándonos: ¿Estoy, de verdad, abierto/a al Espíritu de Discernimiento que guió a Jesús en Su tiempo y me desafía a responder de maneras nuevas a la misión de Dios hoy?
Padre Nuestro
Oración final
Dios de la ternura y la compasión,
Tres en Uno,
siempre danzando,
siempre amando,
siempre llamándonos a ti,
para unirnos a tu danza…
Nos hemos reunido
y Tú has rezado con nosotras/os y en nosotras/os,
has derramado tu Espíritu en nuestros corazones
has cantado tu música en nuestras almas…
Quédate con nosotras/os ahora, para que…
mientras continuamos nuestro camino de transformación,
podamos llevar tu danza al mundo,
escuchando y respondiendo a tu grito
en el grito de la madre tierra y de nuestros hermanos y hermanas;
Abrazando con pasión tu Misión
en nuestras comunidades interculturales
como testigos de tu bondad y comprensión.
Para que podamos unirnos audazmente a tu danza, Dios del amor,
y ser instrumentos de tu compasión en este mundo.
Hacemos esta oración por medio de Jesucristo, en el Espíritu,
Amen.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]