La Navidad es la danza de la Trinidad con la humanidad
La encarnación del Verbo Divino y el nacimiento de Jesús en Belén es el inicio de la danza divina que es la “perichoresis”. Esta danza es circular de fuera hacia dentro y de allí hacia fuera del mismo redondel. Es rítmico y entrelazado de lo divino y lo humano a la vez.
Dios se acerca a nosotros, tomando nuestra misma condición humana para revelarnos quién es Él en una danza jovial. Es para revelarnos en lenguaje humano del amor divino en acción y alegría. Por eso Jesús habló primordialmente sobre el amor en sinónimos de la misericordia, el perdón, el amor sin límite o condicionamiento (Lc 15, 11-32). Los milagros de sanación y de curación física, sus enseñanzas sobre el camino de felicidad, de la solidaridad, del trabajo en equipo y en colaboración son pasos de esta danza. El grupo de apóstoles y otros de los discípulos en él también hubo mujeres como novedad revolucionaria de la época. Esto es de la comunidad y hermandad.
Esta participación en directa en la danza trinitaria es en forma inversus. La palabra latina inversus significa inverso o inversa. Muchos mantienen la idea de la Santísima Trinidad en forma de pirámide o de triangulo. Es decir, Dios allá arriba al punto superior de la pirámide y nosotros los seres humanos en la base. En ésta hay un distanciamiento y no se puede bailar entonces porque la danza de “perichoresis” es circular en participación, en entrega, de armónica y de la paz.
Dicho de modo más simple, en comparación visual, la imagen de la idea mencionada es como la letra A. La natividad del Hijo de Dios es como la letra V. Por eso es esta danza y jubilo.
La Navidad es una invitación para conocer más y profundamente este proceso de la llegada de Dios de Jesucristo en danza. Es un dinamismo de canto, baile, fiesta, compromiso y compartir.
Cuando más acercamos a Él, encontramos nuestra vida mucho más feliz. Porque el amor es la panacea. Es lo que todo necesita. Nadie se cansa de amor. La danza divina es amor en acción.
Algunos sectores de la Iglesia o las congregaciones también tienen el concepto jerárquico de forma piramidal. El sumo pontífice o el superior allí arriba, los miembros en la base del último.
La Iglesia en salida con espíritu y estilo de sinodal de la misión compartida y la evangelización realizada entre todos como hermanos es este proceso de inversus de la danza divina. Dios se achica para habitar en nuestros corazones, en nuestras comunidades y familias para alegrar nuestra vida y misión como parte de una danza. En este tiempo de reorganización de nuestra vida y misión desde la pandemia y de la edad de la Inteligencia artificial la danza es la alternativa.
Si lo comprendemos, la Navidad es una danza espiritual y humana, algo que nos revela y regala, si no es una rutina con muchos ruidos… Pidamos a Emanuel, Dios con nosotros, la gracias de ser parte de este proceso de la inversa de lo divino con nosotros en forma danza, amor y misión.
P. Saju George Aruvelil, SVD