25 años de vida y misión en Cuba (1996-2021)
[vc_row][vc_column][vc_column_text]El 22 de marzo de este año es la celebración de gratitud de nuestro año jubilar. Celebrar el año jubilar, es celebrar un año de gracia, es celebrar la alegría y nuestra experiencia vivida en esta tierra de la que nos hemos retroalimentado para así poder realizar con mayor entrega nuestra labor en ella, compartiendo vida y misión.
Elevamos nuestra gratitud a Dios Uno y Trino por los 25 años de la presencia viva de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo en nuestro pueblo cubano. Es bueno mirar atrás, reconocer y agradecer a todas las hermanas que han sido parte de la historia de este acontecimiento. Hasta hoy hemos sido 29 hermanas que han pisado la tierra cubana, de ellas 3 siguen obrando desde el cielo, 12 continuamos compartiendo la vida y misión aquí. Y hemos compartido con hermanas de Alemania, Austria, Corea, chile, Filipina, India, Indonesia, Argentina, Brasil, Paraguay, México y Cuba. Cada día estoy invitada a compartir la interculturalidad y la comunión, riqueza de nuestra Espiritualidad Trinitaria de la Congregación.
Del principio de nuestra historia, venimos perteneciendo y apoyadas por las provincias de Chile, Argentina y México, con el transcurso del tiempo, con más experiencia, desde el año 2013 somos Región bajo la guía de la Dirección General. Hermanas nuevas han llegado, otras han regresado, todas hemos sido bendecidas con una vocación cubana.
Quiero destacar el pensamiento de nuestro fundador San Arnoldo Janssen “El anuncio del Evangelio es la primera y más grande obra de amor al prójimo”, efectivamente estamos viviendo y amando a nuestro pueblo cubano a lo largo de nuestros 25 años en evangelizar. Sentimos gran satisfacción por la acogida que nos ha dado el pueblo cubano, al que amamos y del que nos sentimos parte, ha sido inmensa la aceptación que hemos tenido en él, hemos pasado catástrofes de la naturaleza, necesidades, enfermedades, pero continuamos acompañándolo con mucho fervor.
Compartir la vida y misión es el lema de nuestro año jubilar. Es grandioso como cada hermana que ha pasado por Cuba ha compartido y continuamos compartiendo nuestros dones, talentos, riquezas, espiritualidad y carisma en todos los niveles de pastorales de catequesis: con los niños, adolescentes, jóvenes, grupos de los adultos en preparación a los sacramentos, familias, formación de los líderes, reflexión bíblica, talleres de vida y oración, grupo de Asociación de las misioneras del espíritu Santo y Jóvenes misioneros de la Santísima Trinidad, pastoral de la salud, y acompañamiento espiritual a los enfermos y ancianos.
A nivel social, hemos compartido la vida con los niños de síndrome down, enseñando manualidades a niños y adultos, cuidando y trabajando con las personas de VIH/SIDA, compadeciendo y ayudando a los enfermos y más necesitados. Labor que podemos realizar gracias a la generosidad de los bienhechores que nos han apoyado en diferentes proyectos sociales que han permitido mejorar sus condiciones humanas. Además alimentamos a los más vulnerables y ancianos para ellos creamos un comedor, reflejando la misericordia de Dios y el inmenso amor de cada una de nosotras a nuestro querido pueblo cubano. También los huracanes y ciclones que han azotado fuertemente al pueblo cubano nos han involucrado más con él y sentimos que el precio de nuestra entrega y servicio, es ser instrumento de Dios. Por eso el magníficat de cada SSpS en Cuba es “Mi alma glorifica al Señor, porque ha hecho maravillas a lo largo de 25 años de nuestra presencia en esta, a la que consideramos nuestra patria.
El deseo y la oración que me acompañan en estos momentos es poder celebrar con un corazón agradecido a Dios Uno y Trino por nuestros 25 años, de presencia misionera aquí en Cuba, que no nos quedemos solo celebrando el pasado sino contemplando el presente, proyectándonos hacia el futuro. Hoy estamos desafiadas con los nuevos retos ya distintos a cómo eran en los inicios: hoy es la pandemia de Covid, las nuevas modificaciones a nivel del País, el vínculo más estrecho con la vida consagrada aquí en Cuba, sin embargo nuestra presencia es: ESTAR ENCARNADA EN MEDIO DEL PUEBLO COMO SIGNO DE LA PRESENCIA DE DIOS, CAPACIDAD PARA VENCER OBSTÁCULOS Y PERSEVERAR EN EL ANUNCIO DEL MENSAJE EVANGÉLICO QUE ES NUESTRA VIDA Y MISIÓN.
Hna. Rani Sahaya M.A SSpS – Cuba
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